La ilusión de la libertad, en la mercantilización del cuerpo

El precio del consentimiento; el negocio político detrás del trabajo sexual contemporáneo

Amelia Rios Federik

Escribe: Amelia Rios Federik

12/11/2025

La crisis económica y el alcance digital han transformado el trabajo sexual en Argentina. Plataformas como OnlyFans permiten nuevas formas de monetizar la sexualidad, y asimismo dan lugar a  tensiones sociales, legales y laborales.

En los últimos años,  esta plataforma revolucionó la forma de ejercer el trabajo sexual, desplazándolo del espacio presencial a un entorno digital con alcance global 

 En Argentina, este fenómeno se vincula con la precariedad económica, el aumento del trabajo sexual digital y la ausencia de regulación estatal, que expone a miles de personas a riesgos . Pero hay un mensaje mucho más peligroso, que usando la máscara del feminismo fue la que en parte  ayudó a gestar esto. La falacia del empoderamiento femenino y la autonomía de venderse.

El auge de OnlyFans y la transformación del trabajo sexual

en los últimos años, OnlyFans se ha consolidado como un fenómeno mundial que ha transformado la forma en que muchas personas monetizan su sexualidad y contenido erótico. Lanzada en 2016, esta plataforma digital permite a sus usuarios, en su mayoría mujeres, vender contenido exclusivo a suscriptores. Sin embargo, su auge también ha suscitado un intenso debate sobre si realmente representa una nueva forma de empoderamiento o si es una versión modernizada  y mas light de la prostitución tradicional.

La revolución del trabajo sexual digital representa una transformación radical en cómo se ejerce esta actividad, impulsada por la digitalización y el internet. Tradicionalmente, el trabajo sexual estaba limitado a espacios físicos, como la calle donde el contacto directo con el cliente era la norma, lo que en consecuencia tambien daba un panorama mucho mas peligroso, hasta salvaje . Con la llegada de plataformas digitales como OnlyFans, Privacy e inclusive las mismas redes sociales, el trabajo sexual se ha reconfigurado en un entorno virtual, facilitando una interacción mediada por disminuir el contacto físico y alcanzar un mercado global.

La diferencia clave con la prostitución tradicional radica justamente en el formato virtual, que permite una supuesta autonomía, evita el contacto físico y da acceso a un mercado global. Sin embargo, la plataforma también es acusada de ser parte del negocio del sexo y de normalizar prácticas cercanas al proxenetismo debido al modelo de consumo y presión constante para generar contenido.

 Vacíos legales y preguntas sin respuesta 

Aunque el trabajo sexual no está explicitamente prohibido en Argentina, sus distintas modalidades, incluido el trabajo digital, operan en un vacío legal y bajo constante vigilancia y criminalización. La Ley 26.842, conocida como Ley de Trata, se aplica con frecuencia de manera punitiva, confundiendo y persiguiendo a las personas que ejercen la actividad de  manera voluntaria. Además, el reclamo social es a  raíz de que aún no existe una normativa específica que regule las condiciones laborales de las trabajadoras sexuales , ni mecanismos de protección para la seguridad. 

 Este marco legal insuficiente y restrictivo perpetúa la exclusión social y laboral: el acceso a la salud integral, obra social, licencias por maternidad y jubilación es prácticamente inexistente para estas personas. En el ámbito de la vivienda, muchas personas  inclusive enfrentan discriminación para alquilar, al no contar con recibos de sueldo ni contratos formales, debiendo pagar seguros más costosos.

 Además, es un hecho inamovible la ideología detrás de las plataformas  que precisamente insta a las trabajadoras a negarse como tales; OnlyFans, por ejemplo, prohíbe explícitamente el trabajo sexual presencial y desalienta cualquier mención explícita del trabajo sexual, promoviendo una figura de "modelo" o creadora de contenido más aceptable socialmente, lo que profundiza la estigmatización y dificulta la organización colectiva.

 Acá es particularmente donde se abre el debate de si esta manera de trabajar sobre y con tu cuerpo es o no es una nueva manera de  ejercer este oficio. 

 Entre empoderamiento y vulnerabilidad, elección y necesidad  .

 De todas maneras, argumentar que una mujer tiene el derecho a venderse implícitamente defiende que hay una persona que tiene derecho a comprarla. Lo que difiere muchísimo del argumento inicial del feminismo que desde siempre ha buscado y promovido la equidad de género e igualdad de condiciones .No es la misma mujer la que accede a estas plataformas en busca de hacer unos mangos mas desde la comodidad de un hogar o espacio en el que, sabemos, también entra a la cancha su libertad, su elección , sus ganas y posibilidades, que en contraste, aquellas mujeres atravesadas por contextos sociales vulnerables con vidas frágiles que deben trabajar, muchas veces para no irse a dormir con la panza vacía. Precisamente es acá donde se instala este debate de hacia quién y para quién es el contenido, Que tan fuerte es el mensaje y que promueve particularmente. ¿Es igual de empoderante ser aquella  que vive en puerto madero y cobra en dólares viviendo de su cuerpo que  ponerle precio al consentimiento en una esquina con crudeza y sin amparo de nadie?. Y si es así, por que aquellas que transitan el campo de batalla de la noche se llevan, muchas veces  infortunas, malas experiencias y un trato despiadado, más el estigma social del que son cargadas. Si es tan accesible, por que se sigue eligiendo el peligro de las calles por sobre la distancia. 

La complicidad de la derecha;contexto político y económico 

Desde publicidades hasta canciones, todos promueven y exclaman lo necesario que es ser libre, feroz y autosuficiente, todos militan la libertad sexual, pero cabe preguntarse cuánto riesgo realmente vale la pena. Se presenta con frecuencia la prostitución virtual como una experiencia novedosa y empoderadora, aunque es importante también reconocer los aspectos problemáticos y las posibles consecuencias negativas que esta práctica puede acarrear, especialmente en términos de bienestar emocional y social. 

 La relación entre la creación de contenido que promueve un falso empoderamiento, el mensaje de la plata fácil y el llamado sueño planteado este último tiempo por  el gobierno de ser “una argentina mejor” con el ascenso de la derecha en Argentina es significativa y multidimensional. En primer lugar, muchas plataformas digitales y redes sociales incentivan la idea de que la libertad y la autosuficiencia —especialmente en la esfera sexual o económica— pueden alcanzarse rápidamente mediante la creación de contenido, como la prostitución virtual, que vende una imagen de empoderamiento y éxito inmediato. Este mensaje sostiene una ilusión de control absoluto y oportunidad económica fácil, apelando a deseos legítimos de mejora personal y movilidad social.

Sin embargo, este discurso también puede funcionar como un manto que oculta los riesgos reales, como la explotación, la vulnerabilidad emocional y la precarización laboral. En un contexto socioeconómico marcado por desigualdades y crisis, la simple idea de la inmediatez y “la plata fácil” aparece como una opción quizá adecuada.

 Este fenómeno dialoga con el ascenso de la derecha al alimentar dos polos: por un lado, despliega discursos de libertad individual y meritocracia que resuenan con el neoliberalismo y ciertos sectores sociales cansados de dependencias estatales; por otro lado, genera un rechazo conservador ante lo que consideran la decadencia moral o la pérdida de valores tradicionales, dos temas recurrentes en las agendas de esos movimientos políticos. Así, el falso empoderamiento y la promesa de transformación personal sin cuestionar las condiciones estructurales refuerzan narrativas políticas que ofrecen respuestas simplistas a problemas  más complejos, favoreciendo la polarización y un proyecto político que mezcla aperturismo económico con control social conservador.

¿Revolución o negocio?

 A la derecha le interesa y le sirve que la juventud acate estos mensajes de rapidez. Es útil que nos cuestionemos poco y que tomemos ligeramente posturas de emprendedores y compradores cuando muchas veces en realidad somos los vendidos. Es necesario que el sentirse «libres» al vender nuestro cuerpo o nuestra imagen se convierta en una forma de consentimiento disfrazado, donde la ilusión de autonomía oculta formas de explotación y consumo que refuerzan estructuras de poder desiguales. De este modo, la derecha sostiene un sistema donde la mercantilización del cuerpo y la identidad se naturalizan, evitando que se cuestionen las raíces profundas de las problemáticas sociales y económicas contemporáneas.

Esto, lejos de ser  revolución, es un salvaje negocio. 


 


 

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